martes, 29 de junio de 2010

3 cosas que me enloquecen de vos

  • tu risa
  • que hagas ver todo tan sencillo
  • tus proyecciones a futuro

Me encanta :)

lunes, 28 de junio de 2010

Historias no tan viejas.



Palabras.

letras, tinta, pixeles,

no sé.

Palabras.


Palabras que describen

un sendero

un camino hacia vos,

o hacia mí.


Palabras que se dicen,

o no.

que se susurran,

o se gritan


Algunas se dibujan caóticas,

acá, en tus manos

que envuelven las mias,

que sienten las tuyas.

y otras vuelan

de mi hacia vos,

o de tu voz hacia mí.

con esa vos

con voz, conmigo o con

Nosotros.

Retrato de Locura.



Plic,

Plic,

Plic,


Ese sonido infernal, una y otra vez. Imparable, constante y seguro.

Pensé. Pensé hasta la locura una manera de acallarlo, de detener su desquiciante golpeteo.

En vano.

Había perdido la noción del tiempo. Días, minutos, años. No significaban nada, con su paso sigiloso y enmudecido.

Fue entonces cuando creí haber dado con algo trascendente. Una idea, un esbozo de pensamiento quizás.

Pero ya era demasiado tarde y me redescubrí solo.

Ya no sabía, o mejor dicho, no me sabía. No sabía si existía. Ni siquiera sabía, si sabía existir.

Los recuerdos,

las nociones, se perdían en un agujero negro desesperante, infinito, y silencioso. Se lo tragaba todo y yo, sin sentirme ni pensarme, me desvanecía.

Me desvanecía en un cielo salpicado. No, estaba salpicado, estaba roto. O quizás... ¿quizás estaba mojado?

No conocía diferencia.

Por un momento, todo se percibía homogéneo, unívoco.

No dolía,

no.


Nada de todo eso dolía, porque, al fin y al cabo, no conocía el dolor. O ahora creía no hacerlo.


Dos mil quinientas Dos mil quinientas una Dos mil quinientas dos


Mi mente de poblaba de telarañas, hervía en un fuego aplastante, inconcebible.


Tres mil seiscientas Tres mil seiscientas una


Un sonido llego débilmente hasta mis oídos.

Alguien sintió un pinchazo. Alguien...


¿O era yo?

Imposible, de ser así, lo sabría...¿Lo sabría?


El sonido, antes remoto, fue aumentando su intensidad, y cuando parecía que mis tímpanos explotarían, sentí una vibración debajo de lo que, según creía, era mi garganta.

Era yo.

Era mi voz, o mi grito.

Eran ellos, por encima de mi cabeza.

Era yo, y ellos, y mi grito, y sus cabezas cubiertas en sombras.

De pronto, lo sentí.






Silencio.

Y me di cuenta de que el Plic se había detenido.

Comenzaba a sentir la euforia trepando mis entrañas, cuando...

Plic, plic, plic...

Allí estaba, otra vez, indefectiblemente.

Volteé la cabeza para ver, mientras me desvanecía lentamente, las gotas imparables, constantes y seguras, caer

desde

mi

garganta,

una

a

una, con un


Plic,

Plic,

Plic.

Imagen: Google

miércoles, 2 de junio de 2010

Era el silencio que bajaba con todos sus caballos, como esos juguetes de vidrio, como el silencio con sus caballos blancos y oscuros, y esos juguetes con agua adentro, que cuando se dan vuelta cae la nieve. Así caían los caballos del silencio, rodeando la luz en que flotaba la noche. Y era la noche que se caría como en esos juguetes de vidrio con agua adentro y con copos blancos como de nieve que caenblancos y oscuros, y todo tan quieto y tan lento y era la noche y eran los copos y alguna mano más grande que el mundo que estaría dando vueltas su juguete de vidrio con agua adentro para ver cómo caen los copos de los caballos blancos y oscuros del silencio. Y cuando los copos llenaban el campo, la mano daba vuelta al juguete de vidrio con agua adentro para que los copos suban con los caballos del silencio y la luz blanca de la Luna que miraba al gigante que juega para que Frin y Alma vuelvan a ver cómo caen los copos blancos y oscuros y es la cabeza de Alma que apenas se cansa, que se cansa un poco y descansa apenas descansa de que se cansa un poco en el hombro de Frin, Y es el hombro de Frin que como dos ramas apoyadas una en la otra descansa un poco, apenas, en la cabeza de Alma. Y los copos volvieron a bajar y los rodearon de espirales blancos en el blanco o negros en el negro, y Frin pasó su brazo por el hombro de Alma. Y ella, como si hubiera esperando ese gesto desde toda la vida, desde que era bebé y estaba como esos juguetes de vidrio con agua adentro, que cuando se dan vuelta cae la nieve,se aflojó en el brazo de Frin. Mirando los copos blancos de los caballos del silencio del cielo dibujado por Vera se quedaron un millón de para siempres. Cuatro millones de ondulomil de mil millones de infinitos.
Frin quiso mirarla, corrió su brazo y levantó despacio su cabeza. Se dio vuelta hacia ella. Alma también quiso mirarlo. Se quedaron. Ojos muy cerca de los ojos de cascabelito lindo. Muy cerca de la nariz de los ojos de cascabelito cascabelito lindo. No fué que Alma se acercó, sino que algo profundo y sencillo se le aflojó adentro. Frin se inclinó hacia delante y cerró los ojos. Alma cerró los ojos y se inclinó. Frin sintió, delicadamente, los labios de Alma con sus labios. Primero Frin sintió, delicadamente, los labios de Alma con sus labios. Luego, Frin sintió a Alma con sus labios, y Alma sintió a Frin con los suyos. Y eso era un beso.



Frin - Luis María Pescetti.